Los “negros” de Picasso eran catalanes

Con Picasso siempre hay cosas por descubrir. Yo misma todavía me entero de cosas nuevas todos los días”. Esta misma semana, con motivo de la inauguración de la exposición Crecer entre dos artistas , Paloma Picasso explicaba que justamente lo más fascinante del Picasso artista era su capacidad para continuar sorprendiéndonos, como si en algún momento hubiera arrojado al río la llave que abre y desvela el significado oculto de muchas de sus obras y dejara esa tarea en manos de los estudiosos del futuro.
Una de sus más fervientemente estudiadas y debatidas es Las señoritas de Avignon (1907), su primera obra maestra. Es el cuadro que dio origen a todo el arte moderno y en sus más de cien años de vida ha sido objeto de las más diversas –y hasta contrapuestas– interpretaciones por parte de investigadores de todo el mundo. Picasso la empezó con la idea de una escena de burdel, pero nada certifica que esas cinco mujeres desnudas, dos de ellas de pie, con los brazos en alto para exhibir sus pechos y sus grandes ojos negros clavados en el espectador, sean realmente prostitutas. Las otras tres figuras de siluetas aplanadas y pechos triangulares llevan lo que parecen máscaras africanas, para muchos la prueba incontestable de la influencia del arte negro en el joven pintor de 25 años.
Picasso habría tomado prestadas imágenes Campdevànol y de la capilla de Sant Martí de FenollarPara el coleccionista e investigador Alain Moreau, se trata de una idea no por repetida menos disparatada. “Es cierto que Picasso tuvo un gran interés por el mal llamado arte primitivo africano y fue un gran coleccionista de máscaras y esculturas exóticas, pero su época negra no comenzó hasta finales de 1907 y comienzos de 1908, es decir, cuando ya había acabado la tela”, defiende. Por contra, Moreau, que se autodefine como un “detective del arte”, viene recabando pruebas desde 1995 a favor de una tesis que da al traste con lo hasta ahora aceptado mayoritariamente.
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Y es que, asegura, los negros de Picasso no se inspiran en el arte africano, sino en el arte medieval catalán, concretamente en los frescos hoy desaparecidos de la iglesia La Vella de Sant Cristòfol de Campdevànol (Ripollès) y en las pinturas románicas de la capilla de Sant Martí de Fenollar, a los pies de los Pirineos y a unos treinta kilómetros de Perpiñán, en la Catalunya Nord.

'Las señoritas de Avignon', en el MoMA
Santi Visalli/Getty Images
Moreau advierte del inexplicable chirimbolo en la faz de la señorita sentada de espaldas (derecha) y su similitud con el que lleva el personaje de Sant Martí de Fenollar
Mar Duran / Nord Media“El propio Picasso negó muchas veces que hubiera arte negro en Las señoritas de Avignon y en una entrevista de 1920 en la que, junto a otros artistas, le preguntaron su opinión sobre este arte, respondió: ‘Art negre, connais pas’ (arte negro, no lo conozco)”, relata Moreau. “Encargó a Christian Zervos un alegato de 44 páginas para desvincularse de los modelos africanos escudándose detrás del arte íbero, que ningún otro artista había explotado. Era su dominio propio”. Y como no dio sus frutos, treinta años después Pierre Daix, su amigo y biógrafo, volvió a intentar deshacer la confusión con un artículo publicado en la revista de arte más difundida en lengua francesa bajo el título Il n’y a pas d’art nègre dans les demoiselles d’Avignon. Ahora es el propio Moreau el que se suma una vez más a la causa con un artículo académico, Picasso y el arte primitivo. Los ‘negros’ de Picasso salen de la Catalunya francesa, que acaba de aparecer en el Boletín de la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts Sant Jordi.
El investigador Alain Moreau defiende que el pintor se inspiró en el arte medieval para su primera obra maestraFrancés afincado en Barcelona. Moreau es un erudito que, a sus 75 años, investiga por amor al arte. Su método, reconoce, le debe más al teniente Colombo o al inspector Gadget que al de los historiadores del arte. “En realidad voy en contra de la historia. Cuando veo algo de lo que se habla mucho, pero no me cuadra o hay versiones diferentes, me pongo a trabajar, busco pistas, trato de atar cabos y en un momento dado, cuando encuentro un punto débil estiro del cabo...”.
Lee tambiénUno de ellos lo encontró en Alfred Barr, el primer director del MoMA, quien apuntaló la teoría del arte negro de Las señoritas de Avignon en la exposición Forty years of his art que le dedicó en 1939 el museo neoyorquino, exponiendo junto al cuadro una máscara africana Itumbi en la que se supone se inspiró para “la dama más espantosa”. “Resulta que esa máscara no había llegado a Europa hasta 1935, por lo que es imposible que la hubiera visto Picasso”, argumenta.

Al final de su vida, ya nonagenario, Picasso se representa a sí mismo con una imagen cadavérica, con los hombros exhaustos y el rostro simiesco,
TORSTEN BLACKWOOD/AFP
Representación de Adán en un fresco de la iglesia de Sant Cristòfol Campdevànol
LVPero ¿cuándo y cómo llegó Picasso a Campdevànol y a Sant Martí de Fenollar? Las visitas no están documentadas. “Lo más probable –arriesga Moreau– es que parara camino de Gósol porque su amigo Joan Vidal Ventosa, que era el fotógrafo de la Junta de Museos de Barcelona, le recomendase ver los restos del fresco de la iglesia de Sant Cristòfol, hoy desaparecido pero del que existe una copia realizada por el historiador Ramon de Abadal”. Ahí encontró Moreau la figura de un Adán que habría impactado en la mente a Picasso y que volcó sesenta y seis años después en un autorretrato sobrecogedor y descarnado, cuando al final de su vida se representa a sí mismo con una imagen cadavérica, con los hombros exhaustos y el rostro simiesco, amoratado, sin afeitar, las mejillas hundidas y los labios sellados. Muerto pero aún vivo. ¿Cómo es posible que lo tuviera presente seis décadas después? “Picasso era como un frigorífico, conservaba todo en su memoria aunque solo lo hubiera visto durante un segundo”, responde.
“Picasso era como un frigorífico, conservaba todo en su memoria aunque lo hubiera visto un segundo”
Autorretrato de 1907
Galería Nacional de Praga
Figura de Sant Martí de Fenollar en la que Picasso parece haber replicado tanto los colores como los ojos y el anguloso mentón en su autorretrato
Mar Duran / Nord MediaPara Moreau es evidente también que reutilizó fragmentos de Sant Martí de Fenollar, que pudo visitar durante unas vacaciones por el sur de Francia en 1907, tanto por las formas como por el cromatismo del que carecen las máscaras africanas. Su famoso autorretrato de 1907, en el Museo de Praga, estaría “calcado en los colores y la exageración de los ojos, el mentón anguloso y el color rojizo de una de sus figuras”. El investigador advierte también de la similitud del “inexplicable chirimbolo en la faz de la señorita en primer plano con rostro de verraca, esta excrecencia que no se sabe lo que es: una oreja, un tumor, un bumerán o un brazo”, con otro personaje de la misma capilla. O la virgen replicada en numerosas cabezas primitivistas.
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